29.8.09

Manchas



No dibujo. Empiezo haciendo todo tipo de manchas. Espero lo que llamo “el accidente”: la mancha desde la cual saldrá el cuadro. La mancha es el accidente. Pero si uno se para en el accidente, si uno cree que comprende el accidente, hará una vez más ilustración, pues la mancha se parece siempre a algo.
No se puede comprender el accidente. Si se pudiera comprender, se comprendería también el modo en que se va a actuar. Ahora bien, este modo en el que se va a actuar, es lo imprevisto, no se lo puede comprender jamás: It’s basically the technical imagination: “la imaginación técnica.”
Entiende usted, el tema es siempre el mismo. Es el cambio de la imaginación técnica lo que puede “dar la vuelta al tema”, el sistema nervioso personal.
Imagine escenas extraordinarias, esto carece de todo interés, desde el punto de vista de la pintura, esto no es imaginación. La verdadera imaginación está construida por la imaginación técnica. El resto es la imaginación imaginaria, y esto no lleva a ninguna parte.
No puedo leer a Sade por este motivo. No me asquea del todo, pero me aburre. También hay escritores mundialmente conocidos que tampoco puedo leer. Escriben cosas que son historias sensacionales, sólo esto. But they have not technical sensation.
Es siempre por medio de los técnicos, como se encuentran las verdaderas aperturas. La imaginación técnica es el instinto que trabaja fuera de las leyes, para volver al tema sobre el sistema nervioso con la fuerza de la naturaleza.
Hay jóvenes pintores que excavan la tierra, tomar la tierra y luego exponen esta tierra en una galería de pintura. Es tonto, y prueba la falta de imaginación técnica. Es interesante que tengan ganas de cambiar de tema, hasta el punto de llegar a esto: arrancar un pedazo de tierra, y ponerla sobre un pedestal. Pero , lo importante sería que la “fuerza”, con la cual arrancan la tierra, “regresara”. Que el pedazo de tierra sea arrancado, sí, pero que sea arrancado a su sistema personal y hecho con su imaginación técnica.

- La noción de progreso en la pintura, ¿es una falsa noción?- Es una falsa noción. Tome la pintura paleolítica del Norte de España, no me acuerdo del nombre de la gruta. Ahí se encuentran, en las figuras, movimientos que nunca han sido mejor captados. El futurismo está “completamente” allí. Es la escenografía perfecta del movimiento.
- La noción del progreso personal, ¿ es falsa también?- Menos falsa. Se trabaja sobre uno mismo para obligarse a desarrollar las cosas de forma cada vez más aguda.
- ¿Qué es el peligro?- La sistematización. Y la creencia en la importancia del tema. El tema no tiene ninguna importancia. El talento puede regresar, marcharse. Las excepciones de la historia son Miguel Ángel, Ticiano, Velásquez, Goya, Rembrandt: nunca regresión.
- Se progresa ¿cómo?- Work. Work makes work. ¿Está usted de acuerdo?
- No. Es necesario un punto de partida. Sin esto, es inútil trabajar. Cuando leo ciertos libros, encuentro que escribir de un determinado modo es aún escribir menos, que no escribir en absoluto. Que leer de determinada manera es aún leer menos que no leer en absoluto, etc.- En pintura es parecido. Pero no se sabe nunca con la imaginación técnica, ésta puede dormir y un buen día despertarse. Lo principal es que esté allí.
- Volvamos a las manchas de color.Sí. Espero siempre que llegue una mancha sobre la que construiré “la apariencia”.
- ¿Siempre son las manchas las primeras en salir?- Casi siempre. Son los “acontecimientos que me suceden”, pero que suceden a merced de mí, por mi sistema nervioso que ha sido creado en el momento de mi concepción.
- ¿La “felicidad de pintar” es acaso una noción tan tonta como la de “la felicidad de escribir”?- Igual de tonta.
- ¿ Se siente usted en peligro de muerte cuando pinta?- Me pongo muy nervioso. Sabe usted, Ingres lloraba durante horas antes de empezar un cuadro. Sobre todo un retrato.
- Goya es sobrenatural.Quizá no. Pero es fabuloso. Conjugó las formas con el aire. Parece que sus pinturas están hechas de la materia del aire. Es extraordinario, fabuloso. El mayor Goya, para mí, está en Castres. La Junta de Filipinas
- .-A qué ha llegado la pintura en el mundo?- A un momento muy malo. Debido a que el tema era tan difícil, fuimos hacia lo abstracto. Y, lógicamente, éste parecía ser el medio hacia el que tenía que ir la pintura. Pero, como en el arte abstracto se puede hacer cualquier cosa, se llega simplemente a la decoración. Entonces, parece que el tema vuelve a ser necesario, pues sólo el tema hace trabajar a todos los instintos y buscar y encontrar los medios de expresarlo a él, el tema. Ve usted, volvemos a la técnica.
- - No había pintado nunca antes de los treinta años?- No. Antes yo era un drifter, ¿cómo lo traduce usted?
- El que va a la deriva.- Siempre miré la pintura. Y en un momento dado me dije: quizá yo mismo.. Tardé quince años en llegar a algo. Empecé a hacer algo a los cuarenta y cinco años. La suerte que tuve fue no aprender nunca la pintura con profesores.
- La crítica respecto a su trabajo?- Siempre estuvo contra mí. “Siempre” y “todos”. Desde hace algún tiempo los hay que dicen que soy un genio, y otras cosas así. Pero, esto no cuenta. Me habré muerto antes de saber quién soy, porque para saberlo, el tiempo tiene que pasar. Sólo con el tiempo se empieza a ver el valor.
- Con frecuencia hemos hablado juntos del “accidente”.- No puedo definirlo. Sólo se puede hablar “en torno”. En sus cartas, Van Gogh tampoco ha hecho otra cosa que hablar “en torno” a la pintura. Sus "toques”, al final de su vida, la fuerza de sus toques, no requieren de ninguna explicación.
- Inténtelo, desde el exterior.-Pues si tomáramos materia y la lanzáramos contra un muro o sobre una tela, se hallarían enseguida rasgos del personaje que quisiéramos retener. Esto se habría hecho sin voluntad. Se llegaría a un estado inmediato del personaje, y fuera de la ilustración del sujeto. Cuando los pintores pintan un piso hacen manchas en la pared, antes de empezar su trabajo, se trata del mismo modo de conseguir un estado inmediato de la materia. Los expresionistas abstractos americanos han intentado pintar de esta manera, pero con la fuerza de la materia.
No es suficiente. Sigue siendo decoración.
La fuerza no debe ser, no está en la fuerza de lanzar la materia. La fuerza debe estar completamente congelada en el tema. La materia lanzada sobre el muro, quizás el accidente, sabe. Lo que sucede después es la imaginación técnica.
- Duchamp?- Se ha cargado la pintura americana para cien años. Todo viene de él, y todos. Lo que es curioso, muy curioso, es que él hacía la pintura más estética del siglo XX. Pero su trazo era muy firme, y su inteligencia era muy firme.
- Podemos llamar al accidente, la suerte o el azar?-Sí, estas palabras son todas las mismas.
- Cómo es el momento privilegiado, cómo se define?-Es cuando los “músculos” trabajan bien. Entonces las manchas parecen tener más sentido, más fuerza.
- Todo es concreto.-Todo. Yo no entiendo mis cuadros mejor que los demás. Los veo como válvulas de mi imaginación técnica en distintos niveles.
No hay nadie a quién se pueda enseñar un cuadro, y que sea capaz de ver qué hay de nuevo en este cuadro.
- Dice usted no comprender, y sus cuadros estallan de inteligencia.- ¿Es posible esto?- Lo creo. Conocí a una niña que preguntaba: ¿qué es el calor, cuando no hay nadie que tenga calor? Yo le pregunto:¿qué es la inteligencia cuando el pensamiento está ausente de ella? ¿Qué es la inteligencia cuando nadie experimenta o nadie utiliza esta inteligencia con fines críticos, juicios, etc? ¿No estamos muy cerca de lo que usted llama instinto?- Estoy de acuerdo. Quisiera hacer retratos, y todas mis pinturas, con el mismo choque que usted recibe en la vida ante la “naturaleza”.
- Y, por esto, cree en este trabajo dentro de la imbecilidad?- Absolutamente, completamente. A veces el sentido crítico aparece, el cuadro se hace visible durante un instante, luego se va.
- Cuando trabaja usted?- Por la mañana, con la luz. Por la tarde, voy a los bares o a las salas de juego. A veces, veo amigos. Para trabajar tengo que estar completamente solo. Nadie en la casa. Mi instinto no puede trabajar si los demás están ahí, y cuando uno los ama es peor- sólo puede trabajar con la libertad.

La Quizaine literaire .1971.

26.8.09

Mi Cortázar inesperado


Hoy cumpliría noventa y cinco años Julio Cortázar.
La efemérides plantea una ucronía. Porque él murió mucho antes.
Pero, por sobre todo, recordarlo hoy significa la celebración de que alguien como él haya existido para nosotros.
Acá está mi Cortázar hoy por hoy, muerto hace 25 años, dos después de la partida de su adorada Carol Dunlop; éste, digo, que también nos ha mostrado que siempre en el subsuelo de nuestras costumbres civilizadas, se agazapa el ídolo de las cícladas, o el que huye de la muerte, o el que mata, desde el principio de todos los tiempos, el verdugo y su víctima, con-fundidos en las muchas memorias de la barbarie.

De aquellas narraciones que formaron parte de su, digamos, primer ciclo, hasta su despertar a la conciencia política en el 68, entre jóvenes franceses que ya eran parte de su tribu en el exilio -no tanto los franceses, como los jóvenes libertarios de ese Mayo pionero-, elijo aquellos que me disparan la inquietud, con sus intermitencias temporales; los de las mil mesetas que despliegan sus tramas; el de la peste que asola la nave de los premiados y su zozobra: las metáforas.
Y del después, hoy 26 de agosto, invitada por Casa 13 (Moni, Aníbal, Luciano y toda esa hermosa gente) a leer sus palabras, por decir uno, elijo su Graffiti, en honra de su y mi admirado Antoni Tapies, trágico, dolorosamente testimonial de una Argentina surcada por el horror y la violencia. Y sigo, y lo sigo eligiendo, al Cortázar que no se conforma con la fama obtenida, al que se saca el traje de burgués y mira frente a frente a Latinoamérica, sus tensiones, sus luchas. Y elijo sus maneras de jugar(se) en serio: la bronca, los errores, incluso las ingenuidades; el optimismo, la barba y el trayecto, la discusión, el amor, la intensidad, el dolor de la pérdida, su voz, su cara de buen tipo, y estas palabras, por caso, que encontré entre sus Papeles inesperados: "porque el dónde está aquí y el sur es esto, el mapa con las rutas en ese temblor de náusea que te sube hasta la garganta, mapa del corazón tan pocas veces escuchado, punto de partida que es llegada".
Feliz cumpleaños, queridísimo.

8.8.09

Una niña, un libro




FELICIDAD CLANDESTINA
Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía eramos chatas. Como si no fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de historietas le habría gustado tener: un padre dueño de una librería.
No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los cumpleaños, en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del padre. Encima siempre era un paisaje de Recife, la ciudad donde vivíamos, con sus puentes más que vistos.
Detrás escribía con letra elaboradísima palabras como "fecha natalicio" y "recuerdos".
Pero qué talento tenía para la crueldad. Mientras haciendo barullo chupaba caramelos, toda ella era pura venganza. Cómo nos debía odiar esa niña a nosotras, que éramos imperdonablemente monas, altas, de cabello libre. Conmigo ejerció su sadismo con una serena ferocidad. En mi ansiedad por leer, yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía pidiéndole prestados los libros que a ella no le interesaban.
Hasta que le llegó el día magno de empezar a infligirme una tortura china. Como al pasar, me informó que tenía El reinado de Naricita, de Monteiro Lobato.
Era un libro gordo, válgame Dios, era un libro para quedarse a vivir con él, para comer, para dormir con él. Y totalmente por encima de mis posibilidades. Me dijo que si al día siguiente pasaba por la casa de ella me lo prestaría.
Hasta el día siguiente, de alegría, yo estuve transformada en la misma esperanza: no vivía, flotaba lentamente en un mar suave, las olas me transportaban de un lado a otro.
Literalmente corriendo, al día siguiente fui a su casa. No vivía en un apartamento, como yo, sino en una casa. No me hizo pasar. Con la mirada fija en la mía, me dijo que le había prestado el libro a otra niña y que volviera a buscarlo al día siguiente. Boquiabierta, yo me fui despacio, pero al poco rato la esperanza había vuelto a apoderarse de mí por completo y ya caminaba por la calle a saltos, que era mi manera extraña de caminar por las calles de Recife. Esa vez no me caí: me guiaba la promesa del libro, llegaría el día siguiente, los siguientes serían después mi vida entera, me esperaba el amor por el mundo, y no me caí una sola vez.
Pero las cosas no fueron tan sencillas. El plan secreto de la hija del dueño de la librería era sereno y diábolico. Al día siguiente allí estaba yo en la puerta de su casa, con una sonrisa y el corazón palpitante. Todo para oír la tranquila respuesta: que el libro no se hallaba aún en su poder, que volviese al día siguiente. Poco me imaginaba yo que más tarde, en el curso de la vida, el drama del "día siguiente" iba a repetirse para mi corazón palpitante otras veces como aquélla.
Y así seguimos. ¿Cuánto tiempo? Yo iba a su casa todos los días, sin faltar ni uno. A veces ella decía: Pues el libro estuvo conmigo ayer por la tarde, pero como tú no has venido hasta esta mañana se lo presté a otra niña. Y yo, que era propensa a las ojeras, sentía cómo las ojeras se ahondaban bajo mis ojos sorprendidos.
Hasta que un día, cuando yo estaba en la puerta de la casa de ella oyendo silenciosa, humildemente, su negativa, apareció la madre. Debía de extrañarle la presencia muda y cotidiana de esa niña en la puerta de su casa. Nos pidió explicaciones a las dos. Hubo una confusión silenciosa, entrecortado de palabras poco aclaratorias. A la señora le resultaba cada vez más extraño el hecho de no entender. Hasta que, madre buena, entendió a fin. Se volvió hacia la hija y con enorme sorpresa exclamó: ¡Pero si ese libro no ha salido nunca de casa y tú ni siquiera querías leerlo!
Y lo peor para la mujer no era el descubrimiento de lo que pasaba. Debía de ser el horrorizado descubrimiento de la hija que tenía. Nos espiaba en silencio: la potencia de perversidad de su hija desconocida, la niña rubia de pie ante la puerta, exhausta, al viento de las calles de Recife. Fue entonces cuando, recobrándose al fin, firme y serena le ordenó a su hija: Vas a prestar ahora mismo ese libro. Y a mí: Y tú te quedas con el libro todo el tiempo que quieras.
¿Entendido? Eso era más valioso que si me hubiesen regalado el libro: "el tiempo que quieras" es todo lo que una persona, grande o pequeña, puede tener la osadía de querer.
¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la mano. Creo que no dije nada. Cogí el libro. No, no partí saltando como siempre. Me fui caminando muy despacio. Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho. Poco importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho caliente, el corazón pensativo.
Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era como si yo lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire... había en mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada.
A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo. No era más una niña con un libro: era una mujer con su amante.

5.8.09

Cocin/arte






Hay platos que son verdaderas obras de arte. Y no hace falta que vayamos a Cataluña a probar uno de los exclusivísimos engendros futuristas de Adriá... ¿Cómo olvidar los poéticos dulces de ciruelas que preparaba mi abuela Ceferina de su propio huerto-jardín, con muuucha pulpa, el color del frasco, la fruta generosa y casi entera del contenido/continente de ese brindarse para el sabor / saber familiar ... hilo invisible de nuestros relatos? ¿O las pastafrolas de mi madre, altas y con generoso membrillo para nosotros y los amigos que siempre llegaban en patota a nuestra casa?... ¿O el arroz con frijoles que preparaba Olga, la cubana, durante mi estancia en Marianao?
Y fuera de la familia, en ese otro hogar que puede ser el mundo cada vez que elegimos entranjerizarnos, irnos un poco de nuestras rutinas, de los hábitos cotidianos, la aventura de descubrir maneras de sazonar, de presentar un plato, de acompañar la abundancia con especias y colores diversos.
Como en la ocasión que ilustran estas imágenes, en compañía de afectos queridos, domingo primereando agosto, en Plaza Asturias. Para empezar: una copita de jerez, pancitos frescos, manteca para untar. Después llegaron las cazuelas (de mariscos, de congrio), junto al malbec de rigor. Finale: natillas y otra invitación de la casa: lemoncello.
Dopo bajativo: caminata por San Telmo. Y un café como digno cierre de un Buenos Aires querido en el Bar Británico...
Et saluti!

29.7.09

Literatura y veneno



"Platón sabía que solo la divina manía del arte expresa la esencia de la vida y de la verdad vivida, pero expulsaba a los poetas de su República ideal. Aquella condena es injusta, potencialmente totalitaria y debe rechazarse, pero no sobra tenerla siempre en cuenta, con la verdad que contiene, aunque esté distorsionada. La poesía no está obligada a subordinar la existencia a su significado más alto, que la trasciende, como lo hace la filosofía.
La manía –recuerda Livio Garzanti en su estupendo Amar a Platón– “produce sueños que la razón, cuando se despierta, debe interpretar”. (N.de E.: el subrayado es mío).

La poesía está llamada a decir la verdad de la existencia, por cerril, imperfecta o cruel que sea; a expresar el contradictorio corazón del hombre, en el que coexisten la magnanimidad con la bajeza, la vanidad y la maldad. El arte ilumina a fondo estas contradicciones y para hacerlo está obligado –o naturalmente inclinado– a ensimismarse con ellas, incluso con las peores; a mimar esa realidad mundana que para Platón es ya mímesis engañosa de la verdad, de la cual por lo tanto la poesía es mímesis al cuadrado. Doblemente falaz, entonces, pero también necesaria para la verdad, porque es reveladora de ese mundo de sombras que el hombre ve en la caverna platónica y que aunque sean solamente sombras ilusorias, son también, en cuanto tales, compañeras de toda la existencia humana. El mismo yo poético se siente incierto como una sombra.
(...)
El alma del hombre, se dice en el Fedro, es tirada hacia lo alto y lo verdadero por un caballo, y arrastrada hacia la bajeza de las propias miserias, por otro. Quizá la función de todo arte, a diferencia de la filosofía o de la religión, consiste en contar y representar lo que le sucede al caballo que nos jala hacia abajo, o mejor, a nosotros cuando le soltamos las riendas y lo seguimos, no solo entre desordenadas y fuertes pasiones, sino también en vanos disgustos –incluidas las envidias de las que dan testimonio estos insultos entre poetas–, quizá inevitables dada la debilidad humana. Lo que no quita que definir “burdo” al Quijote, como hizo Nabokov, seguirá siendo siempre una gran metedura de pata.

Claudio Magris, Literatura y veneno (artículo publicado en El malpensante). Reproduzco uno de sus tramos más sustanciosos (¡gracias a Rosita Bertino por el envío!).

18.7.09

Luna beluga


Hace 40 años ¿el hombre pisó la luna? algunos dicen que sí, otros que fue una farsa montada en algún lugar cerca de Las Vegas. Una linda película que el mundo entero contempló arrobado. ¿Acaso importa?

El día del alunizaje me tocó estar en un hospital. El auto en el que viajaba atropelló y mató un hombre. Yo tenía siete años. Sobre mi cara estalló el parabrisas. Mi vieja tiró a tiempo del cuello de mi sweater para que mi cuerpo no lo atravesara. Así que en los instantes en que el hombre plantaba huella y bandera sobre el suelo lunar para regocijo del mundo, -la misma parte del mundo que hablaba de paz y amor cósmicos mientras se asesinaban poblaciones enteras en Vietnam-, yo veía brillar "mi" luna, la de mi infancia, eterna obesa y guardiana, en posición horizontal, a través de la ventana de una sala aséptica. Blanca y fría, como ella. Fijate vos... Me dije entonces: algún día contaré esto. Bueno, cumplí.
Hace unos años escribí un textito sobre ella. Me inspira ternura y respeto. Como a tantos, ¡cuánto se ha escrito sobre la luna! de sus hechizos y maleficios; de su amparo y seducción; de su musa. El texto en cuestión se publicó en el 4to. volumen del Decamerón cordobés.
LUNA QUE ESTÁS EN LOS CIELOS (o del arte de desear en la ciudad templaria)
Y dibuja la luna.

La noche está astillada, como la muela cariada que la artista perdió sobre el ladero izquierdo. Desde su hueco, una mudez nueva para cubrir, ceceante, los balbuceos del vivir. El silbido y la saliva conjugan con la lengua cuando falta la pieza que falta.

Pero no todo es fonación, dis-cursus, ir de un lado a otro, corriendo detrás de la palabra justa. Por eso los ojos de la artista miran hacia lo alto y se brindan a su luna beluga comestible cuando media y rima, hipnótica, hermana del misterio y la impiedad.

Acuclillada entre los yuyos, elabora el contorno con pulso incierto, porque la luz titila, la luna es despareja, esa noche en particular, achanchada, la marca de la huella que el hombre pisó, mientras en la tierra habitaban fuegos de guerra y revolución y sólo había un orbe bipolar. Hasta que Orfeo descendió y mezcló todo de nuevo. Historia antigua.

Quiere dibujar la luna tal cual la ve, disfrazada de parturienta entre constelaciones mezquinas, y una nube a lo lejos, que no entra en el cuadro. No es la luna de los sueños, es una maldita luna que confunde los puntos cardinales. Es la bella donna y la puta que nunca duerme, la dama en vela, la bien pagá. La cortesana y la buena de los cuentos de arroró. Es una sucesión de máscaras la luna entreverada con su polizón de nardos. Ella no viene ni va de nadie, ella está adonde quiere y se esconde tras los arbustos y asoma sonrojada, o agorera de tempestades, o buchona por las calles que el deseo torció.

Es toda roca en yiro cerca de la tierra, satélite guardián de las mareas, de los ciclos de la fertilidad, que escatima cuando no ha llegado el momento del brote. Ni nueva ni llena establecidas: un puro devenir de luna en luna.

La dibuja de nuevo, su silueta fundida en la hamaca paraguaya: la artista se libera. Entregada la red al movimiento, es su luna lunita de boleros llevar, mientras los pescadores de aguas dulces naufragan porque la reina desertó y las estrellas se fueron de copas por los bares de Alberdi. A veces la naturaleza puede ser irresponsable.

Le dibuja las puntas alzadas hasta casi rozarse pero no cierra el círculo porque busca algún grado de verosimilitud. El esmalte nacarado produce un ligero contraste de blanco brioso sobre blanco seco.

¿Será necesario pintar el fondo para decir "esto no es una luna"?
A su luna le sobra hilván y se le notan las costuras. Es de las que no esconden la hilacha. Por eso es áspero el cielo que dibuja la artista.
Su luna desafía la ley de gravedad. Suspendida en el andamio cuerno abajo, confunde las menguantes con crecientes y los puntos cardinales con marginales.

Los hombres se convierten en lobos cuando está en plenitud; las mujeres se revuelven en los lechos. ¡Fiebre uterina! ¡Mal de amores! rebaten los bronces de la ciudad templaria.

Así es esta luna que también puede ser de hielo. Blancura feroz que abrasa.
Ella no miente nunca y, sin embargo, las personas le cuentan sus mentiras. Saben que es luna de fiar.

Acuna el sueño de los niños, y también les susurra al oído las pesadillas más terribles, para que saquen a jugar sus miedos, apenas las pupilas adultas dejan de vigilarlos.
Después, entra al dormitorio de la señora y hurga los objetos del tocador. Se prueba las emulsiones, los coloretes, los aros, las hebillas, los extractos de perfume para volver, desnuda, a la palidez espléndida que le devuelve el espejo oval.
Es pura sensualidad.
Una entera desvergonzada.

Por eso, la artista le dibuja una risa llena de dientes. Su luna es así; no se permite la melancolía.
Luna cabrona, luna loca de atar. Luna de todos y de nadie. Luna se mira y no se toca.
Luna espectral y viva.

11.7.09

Hamlet revisitado (para seguir con los espectros...)




Jorge Villegas, hombre de teatro, talentosísimo y en constante búsqueda -recordemos la trilogía Judiciales, LSD, Informe Mono, etc.; la dirección de su grupo teatral Zeppelin, su intensa actividad pedagógica, las obras escritas en colaboración, los encuentros crítico-gastronómicos trimestrales, entre otros haceres suyos-, organiza y dicta el siguiente seminario:


HAMLET HP TY 14/4


Una Clínica sobre el “Hamlet” de William Shakespeare

Cómo Pensar y Hacer “Hamlet” entre las ideas de Hanna Arendt (¿por qué debe haber alguien?)
y el deseo de la Institución Noble.

Lo Estético y lo Estático.
Lo Unidimensional y la Diseminación de Sentido como tema Político.
El Cuerpo como Transmisor de Ideas Políticas.
El Cuerpo Domesticado y las Ideas Sujetas.
El Discurso del Amo en la Creación de la Obra de Arte.
El Valor Político del Instante y su Relación con el Concepto de Signo de Derrida.
El Concepto de Política en Hanna Arendt.
¿Qué hizo con HAMLET Heiner Müller?
El Trabajo con la Forma como Construcción de Sentido.
De la Dinamarca del 1600 a la Ciudad Panóptica: Shenzhen

6 encuentros de 3 horas cada uno, los sábados de agosto y dos de setiembre. Teórico/Práctico.

Objetivo: Pensar y Montar Escenas de la obra HAMLET atravesándola de Ideas Políticas y de Ideas Estéticas.
Dirigido a: Actores, Estudiantes de Teatro, Docentes y Personas Interesadas en el Hecho Teatral Contemporáneo.
Condiciones: Lectura de “HAMLET”de W. Shakespeare y del artículo “China y el Estado Vigilante” de Naomi Klein, Revista Rolling Stone número 124, Julio 2008.

Para pensar la política y el poder, con un autor de todos los tiempos...

1.7.09

De la noche


HÉCATE EN LA RIBERA… o de las cosas que el día no ve.

Soy su memoria.

He visto las verdades del cuerpo que los hombres prefieren ocultar por discreción o vergüenza.
He visto las miradas furtivas de los amantes contra la piedra húmeda y sentido en carne viva los sudores, las palpitaciones, el estertor del orgasmo.
He visto la rebelión del agua: sacar de cuajo árboles y lechos, llevarse el calicanto, y el moho que dejó la turba después de varios días se adhirió a mi piel; y fue mi piel.

Soy su reina.

La gente que va de misa vespertina se persigna cuando le salgo al cruce. No todos pueden verme. Privilegio real: yo elijo a quien mostrarme. Y cuando me aseguro de que están paralizados, cuando sé que definitivamente no huirán de mi risa completa y blanca, _y no de encías huecas, como en los cuentos de los Grimm_ dejo caer la capucha y revelo la quintaesencia de mi sensualidad. Brilla con apenas una pelusilla suave y algunas manchas celestes alrededor de la coronilla.

Soy su hechicera.

Conozco cuatrocientos cincuenta y dos fórmulas para conjurar daños y producir entuertos. Alguna vez, sólo por divertirme, casé a la fea pobre con el petulante, a quien volví pobre y cornudo, transcurridos unos pocos años de relativa felicidad.

Soy su maestra.

Con sólo invocarme, las mujeres entrenadas en el oficio más antiguo del mundo logran poderes impensados. Lo de las fotos y la bola de vidrio funciona como placebo. El único exorcismo auténtico reside en la palabra.

Soy su lectora.

Me descifro en ella; me adjetivo y la celebro en poemas epigramáticos. Dejo muescas grabadas en las esquinas como notas al pie. Escribo lo que ella me dicta. A sus lectores les advierto: ella no tiene misterios. Ella siempre dice la verdad. Ella se abre y prodiga.

Soy su puta.

Bajo la toga oculto unas tetas generosas, que son la envidia de mis amigos travestis. A veces para ayudarlos se las muestro a los potenciales clientes, ocultando mi rostro entre el follaje de las tipas.

Soy su memoria.

He visto morir a un crío de cuatro, seis, siete, nueve, diez, de una paliza, de un tiro, de hambre, de indiferencia. He visto a un adolescente desangrarse. He visto a otro correr con unas zapatillas fosforescentes atadas sobre la espalda y un brillo dentro del puño. He visto bocas masticando desechos. He visto a una mujer rascarse con frenesí la cabeza de Medusa. He visto a Icaro vomitar sangre con un ala quebrada, a Sísifo abrazado a la roca, y a Perséfone buscando a su marido por los tugurios de Güemes.
He visto a Démeter maldecir el fruto, cuando se dio cuenta de que la chinita otra vez se había escapado con ese miserable.

Soy su confín.

Deambulo por las márgenes de un río que avanzó sobre la ciudad, antes de que la ciudad avanzara sobre él para domar su furia.

Soy su oído.

Escucho las plegarias non sanctas de las viudas cuando el calor aprieta. Dicen cosas que ruborizarían a las mujeres de largas piernas que fuman a mi lado. Que me cuentan las cosas que les dicen los hombres que les pagan. Lo que les dicen los novios mientras las golpean.

Soy su memoria.

He visto sombras engullidas por un Falcon, desaparecer.
Por eso llevo luto.

Soy su voz.

Pregunto por José, por Cacho, por Ignacio, por María…

Soy su tenacidad.

…y nadie puede decirme adónde fueron. Quizás no sepan; quizás mi aspecto los asuste. No es común que una mujer calva ande haciendo preguntas imprudentes por la vía pública.

Soy su memoria.

He visto a hombres y mujeres volviendo de sus marchas. Con minifaldas y botas D´Artagnan; con cuellos mao; con remeras Lacoste; con pieles sintéticas; con velas, con encendedores, con ollas vacías y ahumados de choripán. Con botamangas amplias y mochilas. Con palos. Con alpargatas. Con camisas de jean.
Los he visto en mayos, en setiembres, en octubres, diciembres… y de nuevo en los marzos, desmembrarse cansados, de regreso a sus vidas.

Soy su hermana.

Escondo mis dolores en el bolsillo que abrí detrás del esternón.
Mi aspecto es sólo una caricatura de lo que fui. Uno de mis tantos disfraces sobre este armazón de huesos que transporto desde hace miles de años.

Soy su heraldo.

Me lastima la luz. Mi estilo es hiperbólico:
“¿Parezco irritada? ¿Y no tengo motivos, brujas insolentes y temerarias? ¿Cómo habéis osado comerciar con Macbeth y traficar en enigmas y asuntos de la muerte mientras yo, vuestra maestra en sortilegios, artífice secreta de los maleficios, no fui ni convocada a ejecutar mi parte ni tampoco a mostrar nuestro arte en todo su esplendor? Y lo que es peor, todo lo que habéis hecho fue por un hijo caprichoso, malvado y violento, que al igual que muchos por sus fines procura; nunca por los vuestros. Poned ahora remedio; así, partid y a las cavernas de Aqueronte venid para buscarme con el alba, que allí él para saber de su destino ha de acudir. Preparad vasijas, los conjuros, vuestros filtros y todo lo demás. Me vuelvo al aire, que he de emplear la noche en un fatal y trágico designio. Grandes cosas habrán de urdirse antes del mediodía. De la curva de la luna pende una gota que exhala hondos misterios que yo he de recoger antes que caiga a la tierra, y destilada por los filtros mágicos hará surgir espíritus artificiales con la fuerza debida a su ilusión que le conducirán hacia su ruina. Despreciando el destino, se reirá de la muerte, llevará su esperanza más allá del temor, sabiduría y gracia. Vosotras lo sabéis: la confianza es para los mortales la peor enemiga.…. “… fue una gran actuación… Pero el destino me trajo hasta estas tierras para ser…o no ser…

Un espectro menor.

No tengo séquito porque no hay que andar por estos lugares ostentando título. Cada tanto, los diarios me incorporan a sus notas de color local.

Soy su libertad.

Ella me abraza en medio de la lluvia, el granizo, el rocío, el estallido de una estrella; lunática o nublada; ella me invita a transitarla, a sentarme con ella, a contarle sus desventuras, a imaginarla, a atravesar fronteras; ella me ordena que haga saltar los cepos, los elásticos, las clavijas, las lenguas, los corchos, las órbitas, los hábitos del día.

Soy su memoria.

Ella me llama cada vez que alguien quiere olvidarla.


(Publicado en Decamerón Cordobés. Libro de la noche. (Libros 7 y 8). Babel. 2008 )

11.6.09

Rosa cubana




Ella se llama Rosa, pongamos. Rosa está maquillada como para ir de fiesta, el pelo negro cayendo en bucles perfectos, dos hebillas doradas que sostienen las mechas más cortas, minifalda, medias de lycra, labios contorneados con lápiz chocolate, quizás un poco más oscuro de lo que debiera haber sido la insinuación de un continente para el rouge, rabiosamente fresa, de la boca. Anda así, subida a su carro, con esa pinta, y eso que son las 6 de la mañana, y del sol todavía ni asomo. Yo voy en zapatillas, un buzo dos veces más holgado que mi cuerpo, vaqueros flojos, una bolsa con algunos obsequios para quienes me esperan en la ciudad sin mar, la valija azul, la cámara de fotos en el bolsillo de la campera de lona, también azul.

Ella acomoda el equipaje en el asiento de atrás, y cuando voy a sentarme en el extremo libre, me pregunta, extrañada, por qué no le hago compañía, así podemos charlar más cómodas, y yo le digo por qué no, y me siento a su lado.Costumbres, le digo, argentinas, esto de ubicarnos atrás cuando vamos de pasajeros. Aquí, me dice, no estamos habituados, somos conversadores, y quien viaja con nosotros comparte.¿Aunque les paguen? pregunto, y me arrepiento al segundo de haberlo preguntado. Ella sonríe: Claro que sí, por supuesto. Qué diferencia hace si el viaje es el mismo para todos.

25.5.09

Cordobazo, cordobeses

Yo era una niña de 7 años y no vivía en Argentina entonces. Pero soy argentina por opción, y creo que la memoria es una construcción social hecha de muchas memorias, que se combaten, que se enlazan, que se revisan, que se discuten, que se reformulan. Eso es política: un lugar efervescente, intranquilo, vital. Así que esta es, también, mi memoria, mi política y la de todos quienes aun creemos que ciertas luchas siguen valiendo las penas, y para que, si las hay, no haya olvidos...

24.5.09

Un rostro



De uno de los libros más lindos que leí en mi vida, Celebraciones. Me lo prestó Federico Falco. Los dos somos admiradores de la obra de Michel Tournier. Habla en este ensayito, del cual reproduzco un fragmento, acerca de un rostro, el de una de mis escritoras favoritas: Marguerite Duras. Puede ser el rostro de cualquiera de nosotros, si el rostro fuera ese lugar en el que no sólo se inscriben los rastros de la sangre cierta (la memoria, el linaje, whatever it´ll be) sino también la extrañeza... eso que Freud llamó "umheilich"(lo siniestro)... ¿por qué otra razón escribiríamos?


Siempre hay que volver al rostro de los escritores. Pasarse horas y horas ante una página en blanco, que una mano cubre de signos mentirosos, es un gesto que no queda impune. Tampoco queda impune nacer en un rincón perdido del Vietnam, de un padre moribundo y una madre algo loca. Mirad buen ese rostro. Antes hablaba de un fruto exótico, asiático. Es cierto que ella tiene los ojos rasgados, los pómulos altos, y esa frente cuadrangular que se encuentra entre Cantón y Tcheng-tou, mientras que su hermano mayor, el odiado, tiene un rostro ciento por ciento europeo (…) Supongamos que haya habido por parte de Marguerite Duras, en un reflejo de piedad filial muy respetable, un salto de una generación. Supongamos que el chino de la limusina negra, quince años antes, fuera a esperar no a la adolescente, sino a la joven mamá, siempre algo descuidada, que se siente sola porque su marido no acaba de morirse. Entonces esa breve y estremecedora novela no debería llamarse “El amante” sino “El padre”. Un padre odiado porque es amarillo, porque compromete a la madre “caída”, y compromete a la hija que lleva en su rostro euroasiático la vergüenza de su origen. ¿Una nueva mentira? ¿Una tercera novela? La misma novela apenas retocada.

MICHEL TOURNIER: Celebraciones

17.5.09

Sumi-e: el arte del zen en el arte



Desde hace unos años, investigo y experimento las maneras de meditar en/con el arte. El sumi-e es una técnica de aguada japonesa antiquísima, la espontaneidad y la concentración logran unirse en un mismo punto.

Por lo general sus motivos son los paisajes. Paisajes en absoluto "figurativos", sino hechos de trazos levísimos, cuya densidad y calibre van dando entidad a las formas.

Como sucede siempre con las tintas, el trazo es irreversible.

El soporte es delicado y semi-traslúcido: por lo general, se pinta-dibuja sobre papel de arroz. El pincel acariciando la tela levísima y rugosa. Todo un arte que requiere entrega absoluta de quien lo practica, como debiera requerirlo todo arte. Y toda vida.

Si alguien tiene el dato de dónde se vende papel de arroz en Cba, se agradece, hace tiempo que no logro conseguirlo.


2.5.09

Imaginario colectivo


El martes próximo, Eugenia Almeida presenta la novela que leyó una buena parte del mundo -Grecia, Italia, Portugal, España, entre otros países- antes que nosotros.
Hace cinco años ganó un premio importantísimo. Viajó, dio charlas, intercambió experiencias con otros escritores, le hicieron notas. Ella, según contó en distintos reportajes, fue la primera en sorprenderse de todo lo que le estaba pasando.
Yo la conocí cuando presentamos juntas el excelente libro de cuentos de Raúl Vidal, Pagué y salí. Su lectura aguda y pormenorizada de los matices sensoriales y psicológicos de los personajes me impresionó. Eugenia es una escritora de raza.
Hace una semana la entrevistó Osvaldo Quiroga en su programa "El refugio de la cultura". Fue un verdadero placer escucharlos a los dos. A él, porque es un excelente entrevistador y se le nota la pasión por lo que hace. A ella, por la firmeza y sencillez que mostró en cada una de sus reflexiones. Entre otras cosas, la autora explicó que, aunque la trama de El colectivo transcurra en los setenta, la semilla del autoritarismo anida aun en nuestra sociedad. Asi, el pasado de los años de plomo no es un relato cristalizado, sino un pre-texto para seguir hablando del presente.
Yo me la acabo de comprar. Espera en mi mesa de luz la promesa de éste, un nuevo libro y siempre, por esto, una buena noticia. A la que sumo la alegría de que personas como Eugenia lleguen con su palabra hasta nosotros. Y trasciendan.

29.4.09

Maneras de decir "ya no". Vilariño, in memoriam


De Idea Vilariño, poeta uruguaya que falleció ayer. Dicen los chismógrafos de las letras que se lo dedicó a Juan Carlos Onetti -el gran Onetti- de quien estaba perdida e inútilmente enamorada...


Ya no

Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.


Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.


No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.

No volveré a tocarte.
No te veré morir.

Nuestras bestias queridas




Hoy es el Día del Animal, y quiero decir que los animales me han enseñado mucho. Y no me refiero a las fábulas, en las que ellos son usados como pretextos para construir moralejas sobre nuestras miserabilidades y virtudes.

Evoco a Diana y Cuqui, las perritas que estuvieron en mi infancia en casas, hasta las mascotas de departamento: la tortuga de mi hermano Germán -de horrible e infausta muerte entre las fauces de una celosa Cuqui-, y el Pipi canario mandarín, que sólo comía de la mano de mi vieja y que se suicidó, declarándose en huelga de hambre, una vez que su ama viajó a Rosario por varios días. (¡oh madre abandónica, pagarás con la culpa!)

Cuando armé mi vida en pareja -la primera de ellas- llegó El Gordo, que tenía un nombre mucho más largo y en alemán, una humorada que ignoró olímpicamente, con esa actitud desdeñosa que es la marca registrada (y fascinante) de los caracteres gatunos. Yo a-do-ra-ba al Gordo. Había crecido con el prejuicio de que los gatos son: traicioneros, interesados, fríos, olorosos, desconfiados, etc, etc, ¡infamias! mi Gordo era li-bre. Cariñoso, perceptivo, juguetón, mimoso ma non troppo. Cuando estuve con los cólicos de mi gastroenteritis aguda se quedó durmiendo al ladito de mi cama, vigilando al médico que vino a revisarme, los varios días que demandó mi recuperación, sin moverse -¡lo juro!- hasta que salí a flote. Entonces recién ahí partió a sus aventuras diurnas y nocturnas. ¿Frío? ¿Interesado?

Algún vecino o vecina mal parido lo envenenó. Nunca olvidaré los ojitos agonizantes de mi Gordo que, literalmente, murió en mis brazos. Fue todo un duelo; él había llegado a nuestras vidas cuando era casi imperceptible, lo dejaron en la puerta de casa adentro de una caja de cartón. Y asi llegó Tavo, un perro alegre de pelo brillante, para sacarnos de la depre: asustado, se refugió entre la reja y la ventana del comedor. Tenía unas pústulas horribles en el hocico y la lengua. Lo curamos, lo bañamos, lo alimentamos... y la dolencia desapareció velozmente. Y lo adoptamos, claro, con el miedo lógico de perder una mascota otra vez, por eso del sufrimiento etc... y sí, él también partió a otro destino cuando nosotros nos separamos.

Incluso Nachito me enseñó que hay que respetarle el lugar a la naturaleza y que no todos los bichos son iguales: no se sentía bien encerrado en una casa con un patio ínfimo, solo con una dueña que pasaba varias horas laburando fuera de la casa. Ni el huesito de juguete, ni el pececito que me regaló Rossana para él, ni el champú especial ni el más caro alimento balanceado podían compensar su ansia de libertad, de correr entre las vacas, de revolcarse en el pasto como hizo después, cuando lo entregué a una familia recomendada por mi cuñado en Río Ceballos.

Hace tres años, los bichos aparecieron de la manera más insólita en mis dibujos, mis tintas, mis pinturas de mi Libro de ojos. Mejor que aparecer: irrumpieron. En sus miradas encontré muchas facetas de la vida "salvaje" de la que las urbes nos alejan: algo de esa mirada perdida de la que habla John Berger en su maravilloso libro Mirar: la mirada perdida entre el hombre y la bestia: "La cultura del capitalismo no puede reparar hoy esa pérdida histórica a la que los zoológicos erigen un monumento".




15.4.09

Suave delicadeza de un ocaso

Manhattan, Nueva York, 2001

Qué fluencia. No fluidez: no hay errata. Un irme / venirme, sin pecado concebida. La mancha significa apenas una huella del vómito en mi vestido. Una huella de un resto de lo que no puede digerirse. Antigua sabiduría intestinal.

Me despojo de afeites: en la guarida, el cuerpo es un pretexto. Amor ¿lo estoy diciendo bien? ¿Despojo produce buena yunta con afeites? Raro, querida, pero no necesariamente falso… me dicta.

Él ya no está, se lo tragó la tierra, pero nos escuchamos, lo consulto, lo miro, lo huelo, lo presiento.

En el humito del cigarrillo, ahí. Ningún delirio místico, ni hagiografía: él es el humo que me llena y me intoxica los pulmones, las células, la sangre, el cerebro, el corazón, la lengua.
¿Es que acaso llegamos hasta aquí para nada, para esta intemperie de desierto helado? Le pregunto pero esta vez se ha ido, como siempre que le hago esa pregunta. Muy zen lo suyo. Fuck you dear, y revoleo la taza y la estrello contra la puerta del baño. (La taza de todos modos tenía una muesca en el borde, no me gustan las cosas rotas, ahora recojo los fragmentos de loza y los envuelvo en hojas de diario, páginas 4 a 8, sección deportes, otro triunfo de Messi, viene de tapa, Messi a la basura con mi taza amarilla, al polvo volverás, dijo el poeta español… aquí entre el polvo orgánico de cáscaras de banana y cartones de leche descremada fortificada con hierro e isoflavonas)

Afuera es cuerpo. Comer, correr, disfrazarse. Sonreír. Mostrar los dientes. Grrrrr…. fuera bestia, no te metas conmigo. Blablablabla.

Adentro la mente que inquiere, sin automatismos, si la destrucción activa o consume. Si no veo mi sombra persiguiéndome por las veredas, si la busco y tampoco mi réplica en los espejos de la calle, entonces ¿existo? ¿dónde? ¿dónde me ven los otros? ¿en quién se encuentran ellos? ¿Quiénes son ellos para mí si yo tampoco puedo verme en sus ojos? ¿Fantasmas?

Esta levedad en lo efímero es un antídoto que procuraba para la melancolía, para los fantasmas que no nos dejan, para los mitos del pasado que nos pesan. Frente al dolor suave del pasado que no pasa, una “modesta alegría”. No resistir el empequeñecimiento de las cosas y las personas. El retrato envasado. … La levedad de la deriva, la liberación del peso de la orfandad, dos que desaparecerán. Vestigios de deseos tardíamente percibidos. Encanto al conseguir recordar las dichas tanto como las pérdidas. Suave delicadeza de un ocaso. (Denilson Lopes).

14.4.09

Cómicos


"Comienzo a darme cuenta de que existe una relación entre el hombre que ríe demasiado y su credo político."

Silviano Santiago: En libertad


27.3.09

¡Salud, teatreros!

Hoy es el Día Mundial del Teatro. Mis mejores recuerdos de juventud están ligados a gente de la escena. Yo misma incursioné en este arte y, la verdad, volvería a hacerlo con gusto, si cada jornada no tuviera nada más que 24 horas. En tanto, me "conformo" con ser una espectadora fiel de casi todo (menos el teatro villacarlospacence) y con tener amigos hacedores polentas-polentas.
Cuelgo el video que preparamos para el blog Retro, que hacemos con mis compañeras de archivo. De paso, pasen, también, por ahí, tá bueno.

¡Chin chín, teatreros queridos!


25.3.09

Cuerpos sujetos



Comparto este texto esclarecedor, sobre una de las tiranías de nuestro tiempo. Zambrini integra el grupo Imagen Cristal, que dictaba seminarios cruzando psicoanálisis y filosofía en forma virtual. Disfruté y aprendí de esas clases y de las discusiones que se generaron en ese marco estimulante.

El ser dietético

La dietética: según Foucault la forma simple de la dietética de los placeres, implica gobernarse a sí mismo para ser capaz de gobernar activamente su cuerpo. Podríamos pensar que la obsesión de dietas en nuestra comunidad quizás responda al deseo de gobernarse a sí mismo como sujetos libres. Nuestra cultura de la subjetivación, busca los modos de autodeterminación en los espacios del cuerpo, ya que los espacios políticos y económicos están gobernados por relaciones de poder que nos dejan por fuera de toda posible determinación.

Pero también podría pensarse en el auge de los métodos de salud, la proliferación de información para el cuidado del cuerpo, como una forma de manipulación del poder para circunscribir la autodeterminación subjetiva a los ámbitos de lo privado, plegando una mirada sobre sí mismo que nos desconecte del cuerpo social.Las dietas y el ejercicio, con la compulsión característica de nuestra época, es una manera de moralizar el cuerpo, ya que se debe actuar por deber. El hombre así legisla su cuerpo, intenta dominarlo de las leyes de la naturaleza, imponiéndole medidas, formas y movimientos para que éste sea lo que debe ser. Se le impone al cuerpo una repetición cotidiana, cuyo placer queda ligado a la tranquilidad del deber cumplido, desapropiando al propio cuerpo de un placer ligado a sus bordes y desbordes.

La moralización del cuerpo es parte de una política de control y conveniencia del mercado, ya que se controla el gasto social-económico del mismo. Esta ley moral que rige la relación con el cuerpo, es pensada como externa y superior a la ley de la naturaleza, aunque se la proclama restauradora de un modelo de la naturaleza a seguir.Se apela, de este modo, a la adquisición de hábitos de control que conduzcan a la Buena forma.

El cuerpo se generaliza en detrimento de su singularidad. La “buena salud”se convierte en una obligación social y personal, controlada por las leyes de una moral del cuerpo.La enfermedad queda ligada riesgosamente a la culpa: “algo habrá hecho o dejado de hacer”. Conlleva el oprobio y condena de una sociedad de hombres exigidos a ser sanos.La relación con el propio cuerpo, pierde su condición de intimidad y apropiación personal, para pasar a ser un hecho público que necesita del control a través de los medios de aquellos arrepentidos de sus malos hábitos y que ofician de sacerdotes inquisidores de la “buena salud”.

Esta distancia con el cuerpo atenta una vez más contra la autonomía , convirtiendo a quien padece de una dolencia, en una amenaza ya sea por contagio o mal ejemplo.La enfermedad es vivida como una traición al modelo, y por lo tanto no es un hecho privado. Los países donde se generan enfermedades de origen virósico, con riesgo de contagio masivo dadas las formas veloces de expansión, reciben el oprobio internacional y deben pedir disculpas publicas, como si se tratara de una practica terrorista. No hay compasión de los muertos, si no vergüenza social. Pero no solo la enfermedad, sino todo hábito que pueda potencialmente conducir a ella, es considerada una adicción que merece la condena moral de la comunidad. No así con aquellos hábitos que tienen la misma característica compulsiva adictiva, pero que no implican peligro social, económico o político.

Todos mecanismos biopolíticos, que bajo la consigna de una prolongación de la vida, van censurando las diferencias y encerrando en generalidades a la singularidad de la potencia.La generalidad responde al genero y al concepto que lo domina. Por el contrario lo universal hace de la singularidad una parte de la naturaleza, del universo.¿Serán la anorexia y la obesidad ironías transgresoras al modelo, en tanto exceden en más o en menos los bordes del modelo corporal impuesto?.La apuesta de una sociedad al ser-semejante y al ser-igual, intenta controlar el movimiento del ser del eterno retorno.


Lic. Adriana Zambrini