26.10.09

Gravitaciones

Elogio del agua, gravitación de Eduardo Chillida.

Tal parece que se hace con lo que nos queda, y no con lo que tenemos. Vacíos / llenos.
Es una pregunta. No sé.
Obvio que no se lleva bien con una lógica de los objetivos, del tener, esta otra que opera desde el hueco, el cuenco, el pliegue.
Desde los sucesivos duelos, los vacíos e incluso las ilusiones, productoras de llenos, que también provienen de los vacíos, desde ahí, algo: acaso un lenguaje.
He escuchado la explicación sobre la dialéctica lleno / vacío de la lógica Chillida: del blanco y negro en sus dibujos y collages como colores donde se conjuga la vida en su absolutismo.
(Él escribió: "Probablemente con el blanco y el negro se produce, a mi juicio, la dialéctica más poderosa y elemental en el sentido de que todo lo decisivo se puede decir sólo con estos dos colores o valores extremos").
En particular, los grabados: aguafuertes y litografìas, muestran el esfuerzo del artista por lograr la plenitud del negro, insistiendo en la corrosión del ácido sobre la plancha de metal, una y otra vez, hasta (casi) lograrlo.
Y están sus gravitaciones, inspiradas en la música de Bach, uniendo varios planos de papel mediante hilos, para que entre ellos circulara el aire.
La superposición natural, suspendida, de los varios aspectos de la multiplicidad.
Mille plateaux...
(A propósito de la exposición de obras de Eduardo Chillida y el ciclo "La poética del papel", organizado conjuntamente por el Centro Cultural España Córdoba y el Museo Eva Perón, ex Palacio Ferreyra).

10.10.09

Venecia


Ésta es la escena que ve cuando llega de noche a la ciudad: un paisaje meciéndose taciturno, despojado de góndolas y de palomas. Ésta es la imagen que no esperaba ver: la estación ferroviaria, oscura y maloliente a orines, como cualquier estación ferroviaria de un país del tercer mundo. La seguirá buscando por las calles laberínticas, en el reflejo de las aguas podridas, en las mazmorras del palacio Ducale, en los puentes, en las guías Michelin. En los vientos que exhalan los clarines de la guardia en la piazza. Todo lo que logra su afán por esos días es que ella le muestre la punta dorada del zapato. Sólo en sueños puede ver su hermoso cuerpo desmayado de amor, entre los brazos de la muerte.

Una manera de mirar es una manera de amar, un modo artístico del sufrimiento ante la naturaleza esquiva del objeto deseado. Iniciación al amor que es el principio de toda cultura: construir objetos-fetiches que evoquen esa imposibilidad. Manera Brodsky de no rendirse al primer fallo, de regresar, de obstinarse en producir allí palabras para nombrar la ausencia. Allí quiere decir puertas adentro: ser un personaje de la obra que se hace sola. Puede ser un cuadro, una comedia de enredos, una nouvelle. No un poema, no.

Una manera del amor cautivo le depara Venecia: no permitirse la omnisciencia, bajo ningún punto de vista.

De Libro de ojos (Alción, 2006)