8.8.10

Cartas



Leo mis cartas familiares con cierto tacto.
Tacto y no recato: leo esas palabras a la luz del día, no las escondo, me las apropio de algún modo. Las toco, las acaricio, las increpo, marco con lápiz en los bordes los pasajes de mayor intensidad. Y sé que la ucronía es sinsentido, pero cómo evitar el "qué hubiera pasado si..." cuando una ya conoce el final. Eso no pasa en las novelas, donde a la hoja de ruta la traza el autor.
Tacto frente a la tinta y el lápiz. Tacto al pasar cada hoja pequeña, alguna más traslúcida que otra y así… un devenir de relato en palimpsesto.
Tacto al cotejar esa memoria escrita con los relatos que me llegaron, desde la tierra lejana de mi infancia. Con las historias que hicieron de mí esta historia que en parte soy. Tacto y no recato y, sí, en cambio, una cierta delicadeza para con esa palabra otra que construye intimidad para un lector fantasma: Ulises in fabula.
Ella le dice a él: para que no olvides tu sitio. Y él le asegura: dondequiera que vaya.

3.8.10

La pasión según Clarice


Ante la buena nueva del lanzamiento de una edición argentina (y, por tanto, más económica que las onerosas de la española Siruela) de "La pasión según G.H." (Cuenco de Plata) de la prodigiosa Clarice Lispector, rescato este fragmento del artículo de Camila do Valle y Fernando Gebraque que publicó la revista Ñ este fin de semana y que se puede leer completo acá.
"Con Clarice Lispector, al dar vuelta la página, podemos saber que la literatura puede acabar por ser aquella tan famosa experiencia de la escritura como fracaso: por no caber en la realidad circundante, la libertad vuela para ser escrita. Pero puede, también, y mejor aún, ser una invitación a la deriva que el amor, la libertad y lo prohibido proponen. Nunca se sabe dónde desagotar tanta agua viva, sea turbia o cristalina. Dejémonos llevar por su acuoescritura. Es verdad que a veces es necesario estar sola frente a una cucaracha para darnos cuenta de que podemos ser más fuertes de lo que pensamos."

1.8.10

Mutaciones de la luz


Sobre la superficie lisa y fría, la luz produce una grieta inesperada.
La grieta es una línea plateada que la luz, por alquimia lúdica, hace estremecer. Entonces, el vidrio se vuelve amigable. Hay vidrios con líneas que son pistilos y varas, colores que son pétalos, cruces que son enramadas, círculos que son ojos, encastres que son alas…
Hay rastros de la lluvia y huellas del viento. Hay espejos. Hubo un viaje a la semilla de los ancestros. Hay el árbol como sobreviviente de bosques que ya no están. Hay el árbol; entonces, la semilla, la memoria. Hay grupos de círculos, en los que la artista busca la síntesis de un fluir entre el espacio y la línea.
Hay el agua: lo líquido y misterioso.
Hay lo sólido en mutación.
Hay todo eso y todo lo que veamos allí, todo aquello que esté allí para develarnos. Que alumbre algo más sobre nosotros.

(Fragmento del texto que escribí para la presentación de la muestra Vitrografías, de mi querida amiga la artista Patricia Cárrega.)