25.5.09

Cordobazo, cordobeses

Yo era una niña de 7 años y no vivía en Argentina entonces. Pero soy argentina por opción, y creo que la memoria es una construcción social hecha de muchas memorias, que se combaten, que se enlazan, que se revisan, que se discuten, que se reformulan. Eso es política: un lugar efervescente, intranquilo, vital. Así que esta es, también, mi memoria, mi política y la de todos quienes aun creemos que ciertas luchas siguen valiendo las penas, y para que, si las hay, no haya olvidos...

24.5.09

Un rostro



De uno de los libros más lindos que leí en mi vida, Celebraciones. Me lo prestó Federico Falco. Los dos somos admiradores de la obra de Michel Tournier. Habla en este ensayito, del cual reproduzco un fragmento, acerca de un rostro, el de una de mis escritoras favoritas: Marguerite Duras. Puede ser el rostro de cualquiera de nosotros, si el rostro fuera ese lugar en el que no sólo se inscriben los rastros de la sangre cierta (la memoria, el linaje, whatever it´ll be) sino también la extrañeza... eso que Freud llamó "umheilich"(lo siniestro)... ¿por qué otra razón escribiríamos?


Siempre hay que volver al rostro de los escritores. Pasarse horas y horas ante una página en blanco, que una mano cubre de signos mentirosos, es un gesto que no queda impune. Tampoco queda impune nacer en un rincón perdido del Vietnam, de un padre moribundo y una madre algo loca. Mirad buen ese rostro. Antes hablaba de un fruto exótico, asiático. Es cierto que ella tiene los ojos rasgados, los pómulos altos, y esa frente cuadrangular que se encuentra entre Cantón y Tcheng-tou, mientras que su hermano mayor, el odiado, tiene un rostro ciento por ciento europeo (…) Supongamos que haya habido por parte de Marguerite Duras, en un reflejo de piedad filial muy respetable, un salto de una generación. Supongamos que el chino de la limusina negra, quince años antes, fuera a esperar no a la adolescente, sino a la joven mamá, siempre algo descuidada, que se siente sola porque su marido no acaba de morirse. Entonces esa breve y estremecedora novela no debería llamarse “El amante” sino “El padre”. Un padre odiado porque es amarillo, porque compromete a la madre “caída”, y compromete a la hija que lleva en su rostro euroasiático la vergüenza de su origen. ¿Una nueva mentira? ¿Una tercera novela? La misma novela apenas retocada.

MICHEL TOURNIER: Celebraciones

17.5.09

Sumi-e: el arte del zen en el arte



Desde hace unos años, investigo y experimento las maneras de meditar en/con el arte. El sumi-e es una técnica de aguada japonesa antiquísima, la espontaneidad y la concentración logran unirse en un mismo punto.

Por lo general sus motivos son los paisajes. Paisajes en absoluto "figurativos", sino hechos de trazos levísimos, cuya densidad y calibre van dando entidad a las formas.

Como sucede siempre con las tintas, el trazo es irreversible.

El soporte es delicado y semi-traslúcido: por lo general, se pinta-dibuja sobre papel de arroz. El pincel acariciando la tela levísima y rugosa. Todo un arte que requiere entrega absoluta de quien lo practica, como debiera requerirlo todo arte. Y toda vida.

Si alguien tiene el dato de dónde se vende papel de arroz en Cba, se agradece, hace tiempo que no logro conseguirlo.


2.5.09

Imaginario colectivo


El martes próximo, Eugenia Almeida presenta la novela que leyó una buena parte del mundo -Grecia, Italia, Portugal, España, entre otros países- antes que nosotros.
Hace cinco años ganó un premio importantísimo. Viajó, dio charlas, intercambió experiencias con otros escritores, le hicieron notas. Ella, según contó en distintos reportajes, fue la primera en sorprenderse de todo lo que le estaba pasando.
Yo la conocí cuando presentamos juntas el excelente libro de cuentos de Raúl Vidal, Pagué y salí. Su lectura aguda y pormenorizada de los matices sensoriales y psicológicos de los personajes me impresionó. Eugenia es una escritora de raza.
Hace una semana la entrevistó Osvaldo Quiroga en su programa "El refugio de la cultura". Fue un verdadero placer escucharlos a los dos. A él, porque es un excelente entrevistador y se le nota la pasión por lo que hace. A ella, por la firmeza y sencillez que mostró en cada una de sus reflexiones. Entre otras cosas, la autora explicó que, aunque la trama de El colectivo transcurra en los setenta, la semilla del autoritarismo anida aun en nuestra sociedad. Asi, el pasado de los años de plomo no es un relato cristalizado, sino un pre-texto para seguir hablando del presente.
Yo me la acabo de comprar. Espera en mi mesa de luz la promesa de éste, un nuevo libro y siempre, por esto, una buena noticia. A la que sumo la alegría de que personas como Eugenia lleguen con su palabra hasta nosotros. Y trasciendan.