29.7.09

Literatura y veneno



"Platón sabía que solo la divina manía del arte expresa la esencia de la vida y de la verdad vivida, pero expulsaba a los poetas de su República ideal. Aquella condena es injusta, potencialmente totalitaria y debe rechazarse, pero no sobra tenerla siempre en cuenta, con la verdad que contiene, aunque esté distorsionada. La poesía no está obligada a subordinar la existencia a su significado más alto, que la trasciende, como lo hace la filosofía.
La manía –recuerda Livio Garzanti en su estupendo Amar a Platón– “produce sueños que la razón, cuando se despierta, debe interpretar”. (N.de E.: el subrayado es mío).

La poesía está llamada a decir la verdad de la existencia, por cerril, imperfecta o cruel que sea; a expresar el contradictorio corazón del hombre, en el que coexisten la magnanimidad con la bajeza, la vanidad y la maldad. El arte ilumina a fondo estas contradicciones y para hacerlo está obligado –o naturalmente inclinado– a ensimismarse con ellas, incluso con las peores; a mimar esa realidad mundana que para Platón es ya mímesis engañosa de la verdad, de la cual por lo tanto la poesía es mímesis al cuadrado. Doblemente falaz, entonces, pero también necesaria para la verdad, porque es reveladora de ese mundo de sombras que el hombre ve en la caverna platónica y que aunque sean solamente sombras ilusorias, son también, en cuanto tales, compañeras de toda la existencia humana. El mismo yo poético se siente incierto como una sombra.
(...)
El alma del hombre, se dice en el Fedro, es tirada hacia lo alto y lo verdadero por un caballo, y arrastrada hacia la bajeza de las propias miserias, por otro. Quizá la función de todo arte, a diferencia de la filosofía o de la religión, consiste en contar y representar lo que le sucede al caballo que nos jala hacia abajo, o mejor, a nosotros cuando le soltamos las riendas y lo seguimos, no solo entre desordenadas y fuertes pasiones, sino también en vanos disgustos –incluidas las envidias de las que dan testimonio estos insultos entre poetas–, quizá inevitables dada la debilidad humana. Lo que no quita que definir “burdo” al Quijote, como hizo Nabokov, seguirá siendo siempre una gran metedura de pata.

Claudio Magris, Literatura y veneno (artículo publicado en El malpensante). Reproduzco uno de sus tramos más sustanciosos (¡gracias a Rosita Bertino por el envío!).

18.7.09

Luna beluga


Hace 40 años ¿el hombre pisó la luna? algunos dicen que sí, otros que fue una farsa montada en algún lugar cerca de Las Vegas. Una linda película que el mundo entero contempló arrobado. ¿Acaso importa?

El día del alunizaje me tocó estar en un hospital. El auto en el que viajaba atropelló y mató un hombre. Yo tenía siete años. Sobre mi cara estalló el parabrisas. Mi vieja tiró a tiempo del cuello de mi sweater para que mi cuerpo no lo atravesara. Así que en los instantes en que el hombre plantaba huella y bandera sobre el suelo lunar para regocijo del mundo, -la misma parte del mundo que hablaba de paz y amor cósmicos mientras se asesinaban poblaciones enteras en Vietnam-, yo veía brillar "mi" luna, la de mi infancia, eterna obesa y guardiana, en posición horizontal, a través de la ventana de una sala aséptica. Blanca y fría, como ella. Fijate vos... Me dije entonces: algún día contaré esto. Bueno, cumplí.
Hace unos años escribí un textito sobre ella. Me inspira ternura y respeto. Como a tantos, ¡cuánto se ha escrito sobre la luna! de sus hechizos y maleficios; de su amparo y seducción; de su musa. El texto en cuestión se publicó en el 4to. volumen del Decamerón cordobés.
LUNA QUE ESTÁS EN LOS CIELOS (o del arte de desear en la ciudad templaria)
Y dibuja la luna.

La noche está astillada, como la muela cariada que la artista perdió sobre el ladero izquierdo. Desde su hueco, una mudez nueva para cubrir, ceceante, los balbuceos del vivir. El silbido y la saliva conjugan con la lengua cuando falta la pieza que falta.

Pero no todo es fonación, dis-cursus, ir de un lado a otro, corriendo detrás de la palabra justa. Por eso los ojos de la artista miran hacia lo alto y se brindan a su luna beluga comestible cuando media y rima, hipnótica, hermana del misterio y la impiedad.

Acuclillada entre los yuyos, elabora el contorno con pulso incierto, porque la luz titila, la luna es despareja, esa noche en particular, achanchada, la marca de la huella que el hombre pisó, mientras en la tierra habitaban fuegos de guerra y revolución y sólo había un orbe bipolar. Hasta que Orfeo descendió y mezcló todo de nuevo. Historia antigua.

Quiere dibujar la luna tal cual la ve, disfrazada de parturienta entre constelaciones mezquinas, y una nube a lo lejos, que no entra en el cuadro. No es la luna de los sueños, es una maldita luna que confunde los puntos cardinales. Es la bella donna y la puta que nunca duerme, la dama en vela, la bien pagá. La cortesana y la buena de los cuentos de arroró. Es una sucesión de máscaras la luna entreverada con su polizón de nardos. Ella no viene ni va de nadie, ella está adonde quiere y se esconde tras los arbustos y asoma sonrojada, o agorera de tempestades, o buchona por las calles que el deseo torció.

Es toda roca en yiro cerca de la tierra, satélite guardián de las mareas, de los ciclos de la fertilidad, que escatima cuando no ha llegado el momento del brote. Ni nueva ni llena establecidas: un puro devenir de luna en luna.

La dibuja de nuevo, su silueta fundida en la hamaca paraguaya: la artista se libera. Entregada la red al movimiento, es su luna lunita de boleros llevar, mientras los pescadores de aguas dulces naufragan porque la reina desertó y las estrellas se fueron de copas por los bares de Alberdi. A veces la naturaleza puede ser irresponsable.

Le dibuja las puntas alzadas hasta casi rozarse pero no cierra el círculo porque busca algún grado de verosimilitud. El esmalte nacarado produce un ligero contraste de blanco brioso sobre blanco seco.

¿Será necesario pintar el fondo para decir "esto no es una luna"?
A su luna le sobra hilván y se le notan las costuras. Es de las que no esconden la hilacha. Por eso es áspero el cielo que dibuja la artista.
Su luna desafía la ley de gravedad. Suspendida en el andamio cuerno abajo, confunde las menguantes con crecientes y los puntos cardinales con marginales.

Los hombres se convierten en lobos cuando está en plenitud; las mujeres se revuelven en los lechos. ¡Fiebre uterina! ¡Mal de amores! rebaten los bronces de la ciudad templaria.

Así es esta luna que también puede ser de hielo. Blancura feroz que abrasa.
Ella no miente nunca y, sin embargo, las personas le cuentan sus mentiras. Saben que es luna de fiar.

Acuna el sueño de los niños, y también les susurra al oído las pesadillas más terribles, para que saquen a jugar sus miedos, apenas las pupilas adultas dejan de vigilarlos.
Después, entra al dormitorio de la señora y hurga los objetos del tocador. Se prueba las emulsiones, los coloretes, los aros, las hebillas, los extractos de perfume para volver, desnuda, a la palidez espléndida que le devuelve el espejo oval.
Es pura sensualidad.
Una entera desvergonzada.

Por eso, la artista le dibuja una risa llena de dientes. Su luna es así; no se permite la melancolía.
Luna cabrona, luna loca de atar. Luna de todos y de nadie. Luna se mira y no se toca.
Luna espectral y viva.

11.7.09

Hamlet revisitado (para seguir con los espectros...)




Jorge Villegas, hombre de teatro, talentosísimo y en constante búsqueda -recordemos la trilogía Judiciales, LSD, Informe Mono, etc.; la dirección de su grupo teatral Zeppelin, su intensa actividad pedagógica, las obras escritas en colaboración, los encuentros crítico-gastronómicos trimestrales, entre otros haceres suyos-, organiza y dicta el siguiente seminario:


HAMLET HP TY 14/4


Una Clínica sobre el “Hamlet” de William Shakespeare

Cómo Pensar y Hacer “Hamlet” entre las ideas de Hanna Arendt (¿por qué debe haber alguien?)
y el deseo de la Institución Noble.

Lo Estético y lo Estático.
Lo Unidimensional y la Diseminación de Sentido como tema Político.
El Cuerpo como Transmisor de Ideas Políticas.
El Cuerpo Domesticado y las Ideas Sujetas.
El Discurso del Amo en la Creación de la Obra de Arte.
El Valor Político del Instante y su Relación con el Concepto de Signo de Derrida.
El Concepto de Política en Hanna Arendt.
¿Qué hizo con HAMLET Heiner Müller?
El Trabajo con la Forma como Construcción de Sentido.
De la Dinamarca del 1600 a la Ciudad Panóptica: Shenzhen

6 encuentros de 3 horas cada uno, los sábados de agosto y dos de setiembre. Teórico/Práctico.

Objetivo: Pensar y Montar Escenas de la obra HAMLET atravesándola de Ideas Políticas y de Ideas Estéticas.
Dirigido a: Actores, Estudiantes de Teatro, Docentes y Personas Interesadas en el Hecho Teatral Contemporáneo.
Condiciones: Lectura de “HAMLET”de W. Shakespeare y del artículo “China y el Estado Vigilante” de Naomi Klein, Revista Rolling Stone número 124, Julio 2008.

Para pensar la política y el poder, con un autor de todos los tiempos...

1.7.09

De la noche


HÉCATE EN LA RIBERA… o de las cosas que el día no ve.

Soy su memoria.

He visto las verdades del cuerpo que los hombres prefieren ocultar por discreción o vergüenza.
He visto las miradas furtivas de los amantes contra la piedra húmeda y sentido en carne viva los sudores, las palpitaciones, el estertor del orgasmo.
He visto la rebelión del agua: sacar de cuajo árboles y lechos, llevarse el calicanto, y el moho que dejó la turba después de varios días se adhirió a mi piel; y fue mi piel.

Soy su reina.

La gente que va de misa vespertina se persigna cuando le salgo al cruce. No todos pueden verme. Privilegio real: yo elijo a quien mostrarme. Y cuando me aseguro de que están paralizados, cuando sé que definitivamente no huirán de mi risa completa y blanca, _y no de encías huecas, como en los cuentos de los Grimm_ dejo caer la capucha y revelo la quintaesencia de mi sensualidad. Brilla con apenas una pelusilla suave y algunas manchas celestes alrededor de la coronilla.

Soy su hechicera.

Conozco cuatrocientos cincuenta y dos fórmulas para conjurar daños y producir entuertos. Alguna vez, sólo por divertirme, casé a la fea pobre con el petulante, a quien volví pobre y cornudo, transcurridos unos pocos años de relativa felicidad.

Soy su maestra.

Con sólo invocarme, las mujeres entrenadas en el oficio más antiguo del mundo logran poderes impensados. Lo de las fotos y la bola de vidrio funciona como placebo. El único exorcismo auténtico reside en la palabra.

Soy su lectora.

Me descifro en ella; me adjetivo y la celebro en poemas epigramáticos. Dejo muescas grabadas en las esquinas como notas al pie. Escribo lo que ella me dicta. A sus lectores les advierto: ella no tiene misterios. Ella siempre dice la verdad. Ella se abre y prodiga.

Soy su puta.

Bajo la toga oculto unas tetas generosas, que son la envidia de mis amigos travestis. A veces para ayudarlos se las muestro a los potenciales clientes, ocultando mi rostro entre el follaje de las tipas.

Soy su memoria.

He visto morir a un crío de cuatro, seis, siete, nueve, diez, de una paliza, de un tiro, de hambre, de indiferencia. He visto a un adolescente desangrarse. He visto a otro correr con unas zapatillas fosforescentes atadas sobre la espalda y un brillo dentro del puño. He visto bocas masticando desechos. He visto a una mujer rascarse con frenesí la cabeza de Medusa. He visto a Icaro vomitar sangre con un ala quebrada, a Sísifo abrazado a la roca, y a Perséfone buscando a su marido por los tugurios de Güemes.
He visto a Démeter maldecir el fruto, cuando se dio cuenta de que la chinita otra vez se había escapado con ese miserable.

Soy su confín.

Deambulo por las márgenes de un río que avanzó sobre la ciudad, antes de que la ciudad avanzara sobre él para domar su furia.

Soy su oído.

Escucho las plegarias non sanctas de las viudas cuando el calor aprieta. Dicen cosas que ruborizarían a las mujeres de largas piernas que fuman a mi lado. Que me cuentan las cosas que les dicen los hombres que les pagan. Lo que les dicen los novios mientras las golpean.

Soy su memoria.

He visto sombras engullidas por un Falcon, desaparecer.
Por eso llevo luto.

Soy su voz.

Pregunto por José, por Cacho, por Ignacio, por María…

Soy su tenacidad.

…y nadie puede decirme adónde fueron. Quizás no sepan; quizás mi aspecto los asuste. No es común que una mujer calva ande haciendo preguntas imprudentes por la vía pública.

Soy su memoria.

He visto a hombres y mujeres volviendo de sus marchas. Con minifaldas y botas D´Artagnan; con cuellos mao; con remeras Lacoste; con pieles sintéticas; con velas, con encendedores, con ollas vacías y ahumados de choripán. Con botamangas amplias y mochilas. Con palos. Con alpargatas. Con camisas de jean.
Los he visto en mayos, en setiembres, en octubres, diciembres… y de nuevo en los marzos, desmembrarse cansados, de regreso a sus vidas.

Soy su hermana.

Escondo mis dolores en el bolsillo que abrí detrás del esternón.
Mi aspecto es sólo una caricatura de lo que fui. Uno de mis tantos disfraces sobre este armazón de huesos que transporto desde hace miles de años.

Soy su heraldo.

Me lastima la luz. Mi estilo es hiperbólico:
“¿Parezco irritada? ¿Y no tengo motivos, brujas insolentes y temerarias? ¿Cómo habéis osado comerciar con Macbeth y traficar en enigmas y asuntos de la muerte mientras yo, vuestra maestra en sortilegios, artífice secreta de los maleficios, no fui ni convocada a ejecutar mi parte ni tampoco a mostrar nuestro arte en todo su esplendor? Y lo que es peor, todo lo que habéis hecho fue por un hijo caprichoso, malvado y violento, que al igual que muchos por sus fines procura; nunca por los vuestros. Poned ahora remedio; así, partid y a las cavernas de Aqueronte venid para buscarme con el alba, que allí él para saber de su destino ha de acudir. Preparad vasijas, los conjuros, vuestros filtros y todo lo demás. Me vuelvo al aire, que he de emplear la noche en un fatal y trágico designio. Grandes cosas habrán de urdirse antes del mediodía. De la curva de la luna pende una gota que exhala hondos misterios que yo he de recoger antes que caiga a la tierra, y destilada por los filtros mágicos hará surgir espíritus artificiales con la fuerza debida a su ilusión que le conducirán hacia su ruina. Despreciando el destino, se reirá de la muerte, llevará su esperanza más allá del temor, sabiduría y gracia. Vosotras lo sabéis: la confianza es para los mortales la peor enemiga.…. “… fue una gran actuación… Pero el destino me trajo hasta estas tierras para ser…o no ser…

Un espectro menor.

No tengo séquito porque no hay que andar por estos lugares ostentando título. Cada tanto, los diarios me incorporan a sus notas de color local.

Soy su libertad.

Ella me abraza en medio de la lluvia, el granizo, el rocío, el estallido de una estrella; lunática o nublada; ella me invita a transitarla, a sentarme con ella, a contarle sus desventuras, a imaginarla, a atravesar fronteras; ella me ordena que haga saltar los cepos, los elásticos, las clavijas, las lenguas, los corchos, las órbitas, los hábitos del día.

Soy su memoria.

Ella me llama cada vez que alguien quiere olvidarla.


(Publicado en Decamerón Cordobés. Libro de la noche. (Libros 7 y 8). Babel. 2008 )