Ésta es la escena que ve cuando llega de noche a la ciudad: un paisaje meciéndose taciturno, despojado de góndolas y de palomas. Ésta es la imagen que no esperaba ver: la estación ferroviaria, oscura y maloliente a orines, como cualquier estación ferroviaria de un país del tercer mundo. La seguirá buscando por las calles laberínticas, en el reflejo de las aguas podridas, en las mazmorras del palacio Ducale, en los puentes, en las guías Michelin. En los vientos que exhalan los clarines de la guardia en la piazza. Todo lo que logra su afán por esos días es que ella le muestre la punta dorada del zapato. Sólo en sueños puede ver su hermoso cuerpo desmayado de amor, entre los brazos de la muerte.
Una manera de mirar es una manera de amar, un modo artístico del sufrimiento ante la naturaleza esquiva del objeto deseado. Iniciación al amor que es el principio de toda cultura: construir objetos-fetiches que evoquen esa imposibilidad. Manera Brodsky de no rendirse al primer fallo, de regresar, de obstinarse en producir allí palabras para nombrar la ausencia. Allí quiere decir puertas adentro: ser un personaje de la obra que se hace sola. Puede ser un cuadro, una comedia de enredos, una nouvelle. No un poema, no.
Una manera del amor cautivo le depara Venecia: no permitirse la omnisciencia, bajo ningún punto de vista.
De Libro de ojos (Alción, 2006)
2 comentarios:
"Puede ser un cuadro, una comedia de enredos, una nouvelle. No un poema, no".... o una canción de Charles Aznavour.
Lo tuyo, como siempre, se ensoñación.
Sergio
Hola Sergio! ¿estuviste allí? Venecia sugiere, sí, "ensueña". Gracias por pasar. Abrazos!
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