ACTITUD CARIBE
Sexy, caliente, pegadizo… se dice de este ritmo que agita multitudes de la cintura para abajo, con su sonoridad tribalística.
Vamos alegres y dispuestas a bailar, como se pueda, la adulta y la niña, una noche del invierno cordobés, hasta el Orfeo. La adulta es fan recién estrenada de los puertorriqueños Calle 13. La niña, hija de músico y periodista, ya los conoce, y también a Don Omar y, claro, a Daddy “Papito” Yankee.La adulta anda rastreando otras músicas que contengan la crispación del rap en clave latina. Que escenifiquen la contaminación de lenguas, porque el mundo, especialmente el de este lado del Atlántico, hace rato que dejó de ser monolingüe.
La adulta acaba de descubrir mucha de esa crispación y mezcla en la novela del dominicano Junot Díaz, La maravillosa vida breve de Oscar Wao, que cuenta la vida nada maravillosa de su pueblo, en tiempos del dictador Trujillo.
La niña, llamada Azul aunque vestida de fucsia para el recital, sabe perfectamente lo que va a ver y, cual Virgilio, conduce de la mano a la adulta entre mul-ti-tu-des de adolescentes y de niñitos con sus madres. Pululan los barbijos y una copiosa lluvia de papel picado nos sorprende cuando aparece él, con sus pulseras y collares de oro, su campera de cuero, sus lentes oscuros, su ritmo infernal.
Tres parejas perrean sobre el escenario mientras Papito se desplaza de una punta a otra y las luces y las cámaras lo siguen, y quienes estamos lejos y no llevamos largavistas -¡qué antigüedad!- vemos sus réplicas en pantalla gigante. Y todo: la potencia, la vibración, nosotras apretujadas y sudorosas, los celulares-luciérnagas en el momento mágico de un Orfeo completamente a oscuras, sentimos por un momento que algo de ese Caribe que se toma revancha está ahí, aunque Papito sea Yankee y porte cadenas de oro y a los de Calle, con razón, no les guste ni medio la frivolidad de sus letras.
Vamos alegres y dispuestas a bailar, como se pueda, la adulta y la niña, una noche del invierno cordobés, hasta el Orfeo. La adulta es fan recién estrenada de los puertorriqueños Calle 13. La niña, hija de músico y periodista, ya los conoce, y también a Don Omar y, claro, a Daddy “Papito” Yankee.La adulta anda rastreando otras músicas que contengan la crispación del rap en clave latina. Que escenifiquen la contaminación de lenguas, porque el mundo, especialmente el de este lado del Atlántico, hace rato que dejó de ser monolingüe.
La adulta acaba de descubrir mucha de esa crispación y mezcla en la novela del dominicano Junot Díaz, La maravillosa vida breve de Oscar Wao, que cuenta la vida nada maravillosa de su pueblo, en tiempos del dictador Trujillo.
La niña, llamada Azul aunque vestida de fucsia para el recital, sabe perfectamente lo que va a ver y, cual Virgilio, conduce de la mano a la adulta entre mul-ti-tu-des de adolescentes y de niñitos con sus madres. Pululan los barbijos y una copiosa lluvia de papel picado nos sorprende cuando aparece él, con sus pulseras y collares de oro, su campera de cuero, sus lentes oscuros, su ritmo infernal.
Tres parejas perrean sobre el escenario mientras Papito se desplaza de una punta a otra y las luces y las cámaras lo siguen, y quienes estamos lejos y no llevamos largavistas -¡qué antigüedad!- vemos sus réplicas en pantalla gigante. Y todo: la potencia, la vibración, nosotras apretujadas y sudorosas, los celulares-luciérnagas en el momento mágico de un Orfeo completamente a oscuras, sentimos por un momento que algo de ese Caribe que se toma revancha está ahí, aunque Papito sea Yankee y porte cadenas de oro y a los de Calle, con razón, no les guste ni medio la frivolidad de sus letras.
Ahí: en esa fiebre del cuerpo que vuelve a conmovernos.
(Columna mía publicada en el Anuario 2009 de La Voz del Interior, el 12 de diciembre de 2009).
(Columna mía publicada en el Anuario 2009 de La Voz del Interior, el 12 de diciembre de 2009).
2 comentarios:
es mi primer comentario, estamos probando cómo hacerlo,próximamente, un o en serio
Dale, te espero!
Publicar un comentario