9.8.08

Anfitriones




Anoche, en un hogar con chimenea de verdad -de verdad es decir con leños de verdad, enorme en el medio de la sala, hospitalaria- cenamos fideos amasados por el anfitrión, Manuel, uno de los más extraordinarios dibujantes que ha dado esta ciudad poderosa y mezquina, persona sensible, amante de su prole numerosa y de diversas edades, mezcla de tano con inglés. Y su mujer, Angélica, de una belleza que los años han acentuado, hermosísima, dulce y firme mujer.
Manuel tocó el acordeón, una de sus pasiones: valses, polcas, tangos, chamamés... A esa altura de la noche, todos sin excepción, habíamos consumido al menos dos raciones de pasta con salsa de cordero -cortado a cuchilla, tutto fato in la sua casa-, degustado un café exquisito -para el que también hubo una segunda y hasta una tercera vuelta en algún caso-, acompañándolo con unos bombones de naranjitas bañadas en chocolate, tomado mucho vino, reído mucho mucho, cantado -una manera generosa de decirlo- los fragmentos de las canciones que se iban hilvanando, como sin tiempo todo, tan a gusto en esto de estar sin tiempo entre los afectos.
Qué delicia...
Gracias amigos.

2 comentarios:

Jorge Cónsole dijo...

Que linda cena debe haber sido. Un gusto encontrar tu blog.

Jorge Cónsole (quizás te acuerdes de mí)

andrea guiu dijo...

Jorge, qué gusto! claro, cómo no me voy a acordar? espero que me visites seguido. Abrazote!