1.9.08

Herencias


Hoy mi amiga Ross me regaló un saquito tejido por ella. Era su primera aventura con el crochet: combina elegantemente el azul, el negro y el turquesa: colores marinos, en las diversas estaciones del mar, de un mar nocturno. Fue una bella caricia para mí, gracias Ross.

Yo también tejo. El tejido es parte de una costumbre que me transmitieron de generación en generación. Mi abuela era, además de una bordadora estupenda, una gran tejedora. Mi tía lo es. Mi hermana teje también. Y mi madre, que me enseñó a disfrutar de ese oficio casi zen de combinar puntos y lazadas.

Yo había dejado esa práctica, durante años.

Y cuando los temas por exclusión parecían agotarse en las enfermedades y las preocupaciones económicas, se me ocurrió que ese ejercicio silencioso podía volver a vincularnos, de otro modo, o el de otro tiempo juntas: cuando las enfermedades y las preocupaciones no nos impedían disfrutar. Entonces tejimos a cuatro manos una bufanda larguísima y multicolor a mi sobrina Camila. Ella hacía los cuadrados en punto Santa Clara y yo los cuadrados en crochet. Después fue unir las partes, hacer el remallado y colocarle los flecos. Mi madre tiene graves problemas de visión. Así que es un esfuerzo para ella, todo un desafío el tejido. También, una motivación.

Ayer le dimos a Camila su regalo, junto con una lapicera con su nombre grabado en ella. Hubiera querido tener una cámara de fotos para registrar el momento de su sonrisa luminosa e inocente.

Pienso en esta herencia elegida, tan sencilla tarea de hacer con las manos una prenda para abrigar y lucir. Tan femenina. Que podemos brindar a otros, una manera de brindar afecto.

Escribir no es algo tan diferente a esa actividad. Unimos puntos, tramas, enlazamos historias, le ponemos colores, combinamos... A veces se nos salen los puntos de la aguja y hay que tener la paciencia de rescatarlos y volver a empezar. Corregir y corregir... La tensión de las lazadas difiere según la tejedora (y su ánimo, muchas veces, aunque en general hay cierta tendencia a tejer más apretado o más suelto) y el ritmo y la velocidad que cada una le imprime a lo suyo. Nuestra factura dependerá asimismo del grosor de los hilos o lanas, y el de las agujas que destinamos para cada trabajo.

Como sea, para nosotras es una manera de comunicarnos.

Y entre lazada y lazada, recordamos personas / personajes de nuestra novela íntima, y transformamos sus historias en algo nuevo, listo para estrenar. Una nueva sintaxis para esa fuente inagotable de relatos que es la vida.

4 comentarios:

Rossana Vanadía dijo...

Me encantó hacerlo para vos! Tejer relaja y te vincula con cosas que de otra manera ni podría. Para mí es herencia y experimentación y me fascina todo el proceso, la elección de texturas, de modelos, para quién, como, la terminación. Fue con mucho cariño. Y esa experiencia con tu mamá es exclusiva, imaginate lo que fue para ella y en definitiva, para la destinataria. Un beso.

Anónimo dijo...

qué lindo andre, lo del regalo de cami, lo del pullover de ross. No es el de la foto, no? digo, por los colores que contás que tiene. Espero la foto. Besos.

andrea guiu dijo...

Gracias dani, el saquito o torerita no es ese, prometo foto.
Fantásticos Los Sopranos, alquilé los primeros capítulos y disfruté el finde. gracias por el advise. besitos.

andrea guiu dijo...

Gracias de nuevo Ro! un beso.